Así moldearán el futuro las aplicaciones de ‘blockchain’

Banca y seguros, suministros y energía, salud y legislación… hasta el arte y por supuesto la ciberseguridad. Todos los sectores serán más pronto que tarde usuarios intensivos de la cadena de bloques (blockchain).

‘Blockchain’ es lo que el profesor Eloi Noya, de ESADE, califica como “tecnología de utilidad general”, es decir, esa que acaba convirtiéndose en parte natural de la vida, de nuestro día a día, como pasó con Internet. La razón es sencilla: si la economía digital consiste en el intercambio constante de información, entonces es lógico que una tecnología como ‘blockchain’ (cadena de bloques) tienda a convertirse en omnipresente, porque sirve para hacer más seguro ese intercambio.

Los usuarios de ‘blockchain’ pueden ver principio a fin la información de las transacciones y esa especie de vigilancia colectiva hace que sean más fiables.

 

Partimos de la base de que la información, por ejemplo una transacción comercial, no queda registrada en una sola base de datos, sino que se replica en toda la red de usuarios (nodos, como los servidores de internet). Estos usuarios, al compartir esa información idéntica, aseguran que no sufre modificaciones y por lo tanto es correcta. Este tipo de transacción, por ejemplo la venta de un producto a un cliente, queda registrada en la red de ‘blockchain’, de la misma forma que otras operaciones como pedidos, distribución o pagos. Es decir, los usuarios de ‘blockchain’ pueden ver principio a fin la información de las transacciones y esa especie de vigilancia colectiva hace que sean más fiables y más eficientes, según explica IBM.

A su vez, esta eficacia en el control de la información explica las perspectivas del sector ‘blockchain’: la consultoría IDC prevé crecimientos del 45% o más durante los próximos tres años en Latinoamérica y Europa, y para Gartner, hasta un 20% de las infraestructuras tecnológicas de la economía podrían usar ‘blockchain’ en el año 2030.

Estas son algunas de las actividades donde ya se usa la cadena de bloques, algunas de ellas vinculadas directamente con los negocios de Prosegur:

  • Bancos y finanzas. ‘Blockchain’ nació precisamente en este entorno y promete una revolución operativa en la transferencia de bienes y prestación de servicios, incluida la concesión de créditos, de forma inmediata, sin intermediarios y en criptodivisas. Ya se emplea en trámites como los métodos de pago, y los mercados de valores podrían usarla para el registro de propiedad de compradores y vendedores de acciones.

 

  • Seguros. El modelo de contratos inteligentes —acuerdos consignados en código informático y ejecutados de forma autónoma y automática— es una de las herramientas básicas de ‘blockchain’ e implica un potencial impacto en el negocio asegurador. Por ejemplo, tendría su aplicación en la resolución inmediata de situaciones claras y concretas, como la indemnización a los pasajeros por el retraso de un vuelo por culpa de la compañía aérea. Los contratos inteligentes pueden aplicarse por doquier, desde los recursos humanos al ámbito jurídico para operaciones comerciales.

 

  • Logística. Es uno de los macrosectores —solo en España está vinculado al 11% del PIB— donde se integrará ‘blockchain’ masivamente por su utilidad para controlar la trazabilidad de las cadenas de suministro. Es aplicable a todos sus eslabones: la identidad de productos uno a uno para evitar falsificaciones, control de calidad de alimentos para saber dónde y cómo se ha criado un tomate, control de la cadena de frío en medicamentos o en todo el ciclo de vida de un móvil para asegurar su reciclaje. Nike ya ha sacado un modelo de zapatillas con cada par identificado por ‘blockchain’ que permite su seguimiento, qué tal envejecen o si se venden a otra persona.

 

  • Sanidad. Si con ‘blockchain’ se puede controlar hasta tal punto la trazabilidad de productos como las medicinas, también se debería aplicar para el seguimiento de los pacientes a través de los datos digitalizados de su historial médico. Y más allá, toda esa información reunida, junto con los resultados de los tratamientos o de campañas sanitarias —por ejemplo contra las pandemias—, puede usarse para mejorar el análisis de las estrategias de salud en general.

 

  • Energía. Algunas empresas ya surten energía eléctrica con certificado de origen renovable generado por ‘blockchain’, para que los clientes sepan qué planta solar o eólica la ha producido. Ese modelo podría extrapolarse a cualquier proyecto sostenible para comprobar si efectivamente lo es, de acuerdo con los datos de su impacto ambiental o al sistema de distribución eléctrica, incorporando a miles de pequeños productores privados —con paneles solares en sus viviendas o empresas— que podrán intercambiar sus excedentes o verterlos a la red; hoy por hoy un mayúsculo desafío tecnológico.   

 

  • Tecnología. Aquí, la aplicación intensiva de ‘blockchain’ implica su expansión por todas las redes tecnológicas. Una vez más, que los datos estén distribuidos entre los usuarios en vez de centralizados en un solo servidor resulta útil para almacenarlos y gestionarlos en la nube, además de verificar su origen y autenticidad para mejorar la ciberseguridad. Esto también facilitará gestionar la gran cantidad de objetos conectados por 5G en Internet de las Cosas y comprobar las identidades digitales en controles de acceso —sustituiría al nick y a la contraseña— o en la firma de documentos digitales. Otra tendencia sería el desarrollo de redes ‘blockchain’ corporativas, privadas, para operaciones internas y relación con clientes, o ‘blockchain’ como servicio prestado por terceros.

 

  • Otros usos. Los que se quiera: por ejemplo elecciones digitalizadas a prueba de fraudes en la identidad de los electores, redes de periodistas independientes que cobran en criptomonedas a partir del consumo directo de sus piezas, o mejorar el cobro de derechos de propiedad intelectual para artistas asediados por los piratas.